En 2021, Laura y yo emprendimos un viaje por las ecoaldeas de España con el objetivo de comprobar hasta qué punto era posible vivir de una manera colectiva y más respetuosa con el medio ambiente. Todo lo que descubrimos en ese intenso viaje aparece recogido en el libro En busca de la utopía, que te recomendamos si quieres conocer más de cerca a tanta gente valiente que está comprometida con un cambio real de sistema.
Durante ese viaje, una de las cosas que más nos llamaron la atención es que muchas ecoaldeas habían incorporado un método de organización comunitaria que, según nos comentaban una y otra vez, daba excelentes resultados: la sociocracia.
Hoy, nosotras mismas estamos embarcadas en la creación de una ecoaldea en el rural ourensano, y una de las primeras decisiones que hemos adoptado es la de regirnos por pautas sociocráticas. Pero ¿qué es la sociocracia? ¿En qué consiste, cuáles son sus principios, por qué funciona?
Esta semana te introducimos las reglas de funcionamiento básico de la sociocracia, un método organizativo aplicable por igual a organizaciones comunitarias, ecoaldeas o empresas que se basa en la inteligencia colectiva.
La sociocracia, el poder de la inteligencia colectiva
Aunque el término es más antiguo —lo creó en el siglo XIX el filósofo francés Auguste Compte, el creador del positivismo, que por cierto estaba muy influido por las ideas de los socialistas utópicos—, la sociocracia como modelo de organización se debe al ingeniero holandés Gerard Endenburg, que lo desarrolló para mejorar las relaciones laborales en la empresa familiar que dirigía.
Sus orígenes ya son una pista: no se trata de algo propio de las ecoaldeas o de los movimientos alternativos, sino de un sistema que comenzó a desarrollarse en la empresa… y ahí sigue en la actualidad, con numerosas organizaciones y centros educativos en muchos países que la emplean.
Pero ¿qué narices es y cómo funciona? Se trata de un modelo de gobierno y de toma de decisiones que pretende ser lo más igualitario, ágil y transparente posible. Su principal objetivo es el de fomentar la corresponsabilidad y la coparticipación de todas las personas, de forma que sea la inteligencia colectiva —frente al dirigismo de los líderes— la que se ponga al frente de la organización.
Las cuatro reglas básicas de la sociocracia
Las cuatro reglas de funcionamiento básicas de la sociocracia son: la toma de decisiones por consentimiento, la estructura en círculos, el sistema de dobles enlaces y las elecciones sin candidatos.
El consentimiento
La toma de decisiones por consentimiento le da la vuelta a la tortilla. Es una de las claves para evitar asambleas interminables, debates apasionados y enfrentamientos. En un sistema tradicional —desde un parlamento estatal hasta las reuniones de cualquier asociación de vecinos—, las decisiones se toman por mayoría (absoluta, simple…) o por consenso (que busca identificar y discutir las dudas y problemas, generar alternativas y convencer a las personas, lo que suele requerir de más tiempo, más debates, mayor esfuerzo colectivo y, a menudo, la paralización de las decisiones por el bloqueo de algunos participantes). En un método de decisiones por consenso, los asistentes han de mostrar su acuerdo con la decisión; en un método por consentimiento, basta con que no estén en contra, que no presenten objeciones importantes a una decisión.
La diferencia es fundamental: no se busca que las personas estén de acuerdo, sino que puedan estar cómodas con la propuesta. Cualquiera puede objetar una decisión, pero toda objeción debe ser razonada y presentarse acompañada de una alternativa. Cuando alguien considera que no se podrá lograr el objetivo deseado de forma adecuada con la propuesta que se debate, puede señalar los problemas que ve en ella, pero además debe proponer alternativas que la mejoren. Una objeción con una alternativa no es un obstáculo, es una oportunidad para encontrar mejores soluciones. La idea central es que la sabiduría del grupo es superior a las capacidades individuales, por lo que las propuestas alternativas mejoran la original. El consentimiento se alcanza cuando ningún miembro del círculo tiene una objeción.
No se busca que las personas estén de acuerdo, sino que puedan estar cómodas con la propuesta. Cualquiera puede objetar una decisión, pero toda objeción debe ser razonada y presentarse acompañada de una alternativa.
Los círculos
La segunda regla es la organización en círculos, que son las unidades básicas de la estructura. Cada círculo está formado por un grupo horizontal de personas y tiene una función o un área de trabajo —por ejemplo, el círculo de mantenimiento, el de acogida, el de la huerta…—. Cada círculo se organiza a sí mismo y toma las decisiones que afectan a su área.
Estos círculos, semiautónomos, se relacionan con los demás círculos en las áreas en que tengan responsabilidades que se solapen (por ejemplo, el grupo de cocina y el de huerta). Además, existe un círculo general o de coordinación, que es el que dirige y estructura a los demás círculos y que está formado, entre otras personas, por un miembro de cada uno de los círculos específicos.
En cada círculo existen una serie de figuras fundamentales: el coordinador (forma parte del círculo general y del específico, transmite al específico las decisiones del general, se asegura de que los miembros del círculo cumplan su función en el esquema general de la gobernanza participativa y de que las decisiones sean ejecutables conforme los objetivos propuestos), el facilitador (que se encarga de llevar las reuniones, invita a los demás a participar creativamente y mantiene a todos enfocados en el objetivo de la reunión y del círculo), el secretario (se encarga de la agenda y de las actas) y el representante (que forma parte también del círculo general, al que le transmite las decisiones adoptadas).
El doble enlace
La tercera regla es el doble enlace. Los círculos son interdependientes e, inevitablemente, hay un círculo superior —por el alcance de sus decisiones— y otros inferiores o específicos.
El doble enlace se establece porque el círculo general escoge al coordinador del círculo específico y, al mismo tiempo, este círculo elige a una persona diferente, el responsable, para que se integre en el círculo general (y, por tanto, participe en las decisiones que allí se tomen). Ambas personas son miembros de pleno derecho de ambos círculos y garantizan la fluidez de las comunicaciones y la coherencia de las decisiones.
Elecciones sin candidatos
La cuarta regla establece elecciones sin candidatos. El proceso es sencillo: se comienza por describir la tarea que se debe realizar. Después, los miembros del círculo indican qué persona o personas creen que cumplirán bien esas funciones y explican las razones por las que suponen que lo harán.
Tras una o varias rondas en las que todos los miembros exponen su opinión, el facilitador propone a una de las personas mencionadas para el puesto para que sea aceptada por consentimiento.
De esta forma, las personas son seleccionadas basándose en la argumentación y motivación por las que son consideradas aptas para el cargo por el resto de los miembros del círculo papel, no por una mayoría de votos.
El éxito de la sociocracia
La idea general de la sociocracia, y su éxito, radica en que se trata de un método de organización ágil, que se adapta a las circunstancias cambiantes y que está en continua evolución y mejora. En él no se pretenden adoptar las mejores decisiones, sino las mejores por ahora, aquellas que son lo suficientemente buenas por el momento.
En un sistema sociocrático todas las personas son iguales, ninguna tiene influencia decisiva en las decisiones grupales. Además, la información está disponible siempre para cualquier miembro de la organización. Por otro lado, el método sociocrático impulsa la rotación de las personas en los cargos y en los círculos, para evitar liderazgos no deseados y para que, de esta forma, todas las personas tengan la oportunidad de conocer los retos de las diferentes responsabilidades.
La sociocracia como modelo organizativo es, como te imaginas, mucho más compleja que lo dicho hasta ahora, lleva ya muchos años poniéndose en práctica y mejorando y requiere de una cierta formación por parte de las personas implicadas.
Pero funciona, y funciona muy bien. Durante nuestro viaje por las ecoaldeas de España tuvimos muchas ocasiones de verla en funcionamiento y, sobre todo, escuchamos muchos testimonios que defendían que, desde su aplicación, la gobernanza de la comunidad había mejorado considerablemente.
Si quieres profundizar en la sociocracia, puedes descargarte el manual básico más claro que conocemos, Manual de sociocracia, de Henny Freitas (por supuesto, es de libre difusión, con licencia Creative Commons). Para descargarlo, haz clic en la imagen de la portada:
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