Lo sabemos: El alquimista es uno de los libros más vendidos de los últimos años, un verdadero fenómeno literario. Pero ¿es un libro que merezca la pena?
Nosotras creemos que no, rotundamente no. Es más: creemos que es uno de esos textos que, tras una apariencia atractiva, no esconde más que afirmaciones vacías y pseudofilosofía de andar por casa. En resumen: creemos que es un libro de mierda. Te contamos por qué.
El alquimista, de Paulo Coelho
Considerado ya un clásico de nuestros días, El Alquimista relata las aventuras de Santiago, un joven pastor andaluz que un día emprende un viaje por las arenas del desierto en busca de un tesoro. Lo que empieza como la búsqueda de bienes mundanos se convertirá en el descubrimiento del tesoro interior.
Evocativa y profundamente humana, esta historia es el testimonio eterno del poder transformador de nuestros sueños, de la importancia de escuchar a nuestros corazones y de descifrar el lenguaje que está más allá de las palabras. Y es que cuando una persona desea realmente algo, el Universo entero conspira para que pueda realizar su sueño.
¿Por qué «El alquimista» de Paulo Coelho es un libro de mierda?
Lo sabemos: se trata de un libro que ha sido ampliamente aclamado y ha conseguido una legión de seguidoras devotas en todo el mundo. Entonces, ¿por qué nos atrevemos a considerarlo una basura pseudoliteraria?
Aunque se presenta como una historia de búsqueda personal y espiritual, en realidad el texto rezuma un optimismo tan superficial que pasa por alto muchas de las complejidades de la vida. La historia sigue a Santiago, un joven pastor que sueña con encontrar un tesoro en las pirámides de Egipto.
La premisa puede parecer atractiva, pero es simplemente una ilusión de escapismo. Coelho retrata la búsqueda de los sueños personales como algo mágico a lo que estamos predestinados. Y eso no es más que un reflejo del falso positivismo que tanto abunda en la literatura de autoayuda. Ignora las dificultades y los desafíos reales que enfrenta la gente en la vida cotidiana y defiende una idea que nos parece muy peligrosa: que si uno sigue sus sueños, los alcanzará porque «el universo conspira para ayudar a las personas a alcanzar sus objetivos si desean algo lo suficiente».
Ya. El problema es que las cosas no son tan fáciles, tan «mágicas». La vida real está llena de obstáculos y fracasos, y no es realista ni saludable promover la idea de que todo lo que deseamos se nos entregará sin esfuerzo. De hecho, la premisa es rotundamente falsa: no, el universo no conspira para hacer realidad nuestros sueños. No, no siempre alcanzaremos aquello que deseamos, por mucho que lo deseemos.
Por mucho que queramos que un plátano ruede, no ganará la carrera de frutas rodantes. Si no hemos nacido en la clase social o el país adecuado, si no hemos podido gozar de una buena educación, si no tenemos aptitudes para conseguir nuestros objetivos, no alcanzaremos nuestros sueños. Aunque nos esforcemos. Y mucho menos, el universo nos los entregará en las manos con fanfarria de trompetas. Puede resultar duro de aceptar, pero no todo es posible en la vida. Nunca podremos ser virtuosos de la guitarra si somos mancos.
¿Y qué sucede cuando no conseguimos nuestros sueños? Ese es el problema: si hemos creído a pie juntillas que los sueños se cumplen, no estaremos preparadas para el fracaso. No sabremos lidiar con nuestras emociones. Se generará una espiral de frustración y autoculpabilización muy peligrosa, que se incrustará en nuestro subconsciente y nos generará ansiedad y depresión.
Además, El Alquimista cae a menudo en la espiritualidad superficial y el pensamiento mágico. En lugar de alentar a las lectoras a cuestionar y explorar sus creencias de manera crítica, promueve una visión simplista de la espiritualidad, que a menudo se reduce a afirmaciones vacías y pseudofilosofía.
El positivismo a ultranza es tóxico. Coelho ofrece una visión irreal de la vida y minimiza la importancia del esfuerzo, la preparación y la tenacidad en la búsqueda de los objetivos vitales. De hecho, al único al que parece que se le cumplen sus sueños es a él: ha vendido millones de copias de su libro.
En lugar de abrazar este tipo de narrativa simplista, ¿no nos iría mejor si buscamos obras que aborden de manera más realista las complejidades y desafíos de la vida humana y que nos enseñen a gestionar nuestras expectativas y emociones?
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