La imposición del pensamiento positivo, Ana Fernández Martín

Esta semana te traemos un nuevo artículo de Ana Fernández Martín, una de las autoras que participa en el libro Relatos salvajes y, también, una de las blogueras que colabora habitualmente con nosotras. Ana es doctora en Antropología e investigadora sobre género, feminismos, simbologías, etnografías virtuales y saberes indígenas. En el texto de hoy, Ana reflexiona sobre la imposición del pensamiento positivo y sus consecuencias.

Te dejamos con el artículo. Y recuerda que agradeceremos mucho tus reflexiones, dudas o planteamientos en los comentarios.

 

La imposición del pensamiento positivo

por Ana Fernández Martín

 

 

Imagen de Luisella Planeta LOVE PEACE en PixabayFuente: Luisella Planeta LOVE PEACE en Pixabay

 

 «Si un día te sientes triste y deprimido, piensa que una vez fuiste el espermatozoide más veloz de todos».

Groucho Marx

 

Me sucede que, en muchas ocasiones, tengo sentimientos encontrados cuando alguien me dice «¡Piensa en positivo!», «Hay que ver el lado bueno a las cosas», «Todo tiene su aspecto positivo», sobre todo cuando en esos momentos me están invadiendo sensaciones y sentimientos de ira o tristeza, o estoy agotada, confusa o indignada por algún sucedo en mi vida personal o por lo que sucede en el mundo. Pienso entonces en cuánto nos cuesta aceptar estas emociones que consideramos oscuras, densas y desprovistas de propósito.

¿No tiene sentido la tristeza? No, lo que pasa es que nos cuesta horrores soportarla, y también sostener la tristeza de alguien. ¡Qué incomodidad! Mejor le digo que no pasa nada, que intente ser positivo/a, que tire para adelante o, incluso, que seguro es positivo lo que le está pasando, aunque aún no logre verlo. Lo que sea para salir cuanto antes de ese incómodo momento.

Estas actitudes y comportamientos no son fortuitos. Provienen de un complejo entramado en torno al pensamiento positivo propio de las sociedades capitalistas y neoliberales en las que vivimos, diría más, ultraliberales al alza. En el libro de la ensayista y activista social estadounidese Bárbara Ehrenreich Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo [1], nos encontramos con la interesante tesis de que ser positivo no es un estado de ánimo, sino una construcción ideológica; es decir, una práctica cultural, una disciplina que se aprende. Esto es así, precisamente, por la arraigada creencia de que nuestra mente tiene la capacidad de accionar en el mundo real.

 

Ser positivo no es un estado de ánimo, sino una construcción ideológica

 

Ehrenreich decidió escribir este ensayo cuando le dijeron que se tomara el cáncer como «un regalo» y una oportunidad en su vida. Ella misma reconoce que sintió que había llegado al límite de esa excesiva y grotesca avalancha de positividad infiltrada en nuestras sociedades occidentales, neoliberales, capitalistas y judeocristianas. Sintió que era algo perverso hacer creer a una persona que su curación dependía de su actitud.

La certeza de sobrevivir a cualquier tipo de cáncer es un mito totalmente desautorizado, y aun así se sigue utilizando. Hacer que muchos pacientes se sientan culpables cuando se angustian o son pesimistas, hasta el punto de que crean que no si no se curan es por su actitud, resulta cuanto menos retorcido. El libro de Ehrenreich es un ¡basta! a un pensamiento, psicología y hasta economía positiva que son una dictadura y un peligro para las personas y la sociedad en su conjunto.

La idea de que una actitud positiva, al margen de otros factores, te garantiza una mejoría en la salud es una creencia que salió a la palestra a raíz del libro El secreto [2], escrito por la productora de televisión y conferenciante australiana Rhonda Byrne como un libro de autoayuda. En el libro se promueve la denominada «ley de atracción», por la cual los pensamientos —conscientes o inconscientes— influyen sobre la vida de las personas. Uno de los elementos centrales de esta ideología es que el pensamiento positivo atrae lo que desees en tu vida: salud, dinero, amor, etc.; si no sucede o no lo tienes es porque «el impedimento está en tu mente». Y es que se ha llegado a una especie de consenso que asegura que todos los retos a los que nos enfrentamos son retos internos, es decir, los obstáculos están en uno/a mismo/a. Por tanto, mejor sonríe.

La sociedad de consumo es ideal para el pensamiento positivo: «si lo deseas y te esfuerzas, lo conseguirás». Este optimismo funciona como una clave del éxito material: no hay excusas para el fracaso.

 

«Las personas exitosas desarrollan diariamente hábitos positivos que les ayudan a crecer y aprender», John Maxwell 

 

El pensamiento positivo pretende migrar de los conceptos de salud a los de éxito y dinero. Bajo este prisma de responsabilidad individual y control de la mente, el pobre es pobre porque quiere. ¿Cuántas veces hemos oído esto desde paradigmas políticos y económicos? No se me ocurre mayor trampa y desfachatez humana. La radicalización de estas ideas, o el mero hecho de proponerlas, hace un daño enorme tanto a los individuos como al tejido social de un grupo y territorio. Además de someternos a la tiranía de un pensamiento positivo muy instaurado ya en el imaginario colectivo de las personas, nos vuelven presos de otro tipo de tiranía, también muy extendida y normalizada, que entronca perfectamente este tipo de optimismo: la cultura del esfuerzo.

Si te esfuerzas, si eres constante, perseverante, si crees en tus objetivos de éxito, es muy posible que salgas de pobre y te conviertas en un hombre o mujer de éxito y prosperidad, valores propios de sociedades neoliberales y capitalistas.

Eso sí, no puedes fallar lo más mínimo, porque cualquier signo de debilidad o miedo, abatimiento, cansancio o desconcentración puede llevarte irremediablemente al fracaso. Así, pensamiento positivo y cultura del esfuerzo se unen en una preciosa danza donde el despotismo es la melodía que justifica el ritmo: educarnos e instruirnos [3] en la resiliencia y autodeterminación. El gran auge de mercado motivacional, empresarial y laboral dan muy buena fe de esto.

 

Imagen de Gerd Altmann en PixabayFuente: Gerd Altmann en Pixabay

 

Frente a este señalamiento constante hacia la responsabilidad de las personas, cabe plantearse si no son los poderes hegemónicos los verdaderos generadores de desigualdades económicas y sociales, y los discursos mediáticos los que retroalimentan y refuerzan la situación de privilegio que disfrutan solo algunos en detrimento de la mayoría. Llegados a este punto, podemos darle una vuelta de tuerca a nuestras decisiones y plantearnos si no será mejor vivir una vida sin tantas aspiraciones.

 

«La persona más feliz jamás se afana por poseer mucho, disfruta plenamente de lo que tiene, en calidad, no en cantidad», Bernabé Tierno 

 

Comencé hablando de la creación de un pensamiento positivo muy asociado en su origen a cuestiones de salud y del autocontrol mental. Según esta idea va tomando más impulso y representación en nuestras sociedades occidentales, se crea paralelamente la cultura del esfuerzo, íntimamente relacionada con el gran «amo del capitalismo»: el dinero y el individualismo.

Como no puede ser de otra manera, la maquinaria sigue generando las tendencias y los cambios de pensamiento adecuados para retroalimentar el sistema en el que vivimos y, como si fuese un patógeno dentro de un organismo, lucha por sobrevivir abriéndose más camino y expandiendo su influencia por doquier. Es entonces cuando podemos hablar también de otra de las grandes áreas de la humanidad: la espiritualidad.

Bajo tintes filantrópicos, toda esta maquinaria funciona como una enorme locomotora donde ya nos cuesta reconocer quién o quiénes llevan los mandos: ¿el individuo, la sociedad, el poder, etc.? «La calidad más que la cantidad» facilita un efecto altruista [4] que incide en un aspecto en el que nos insisten mucho: más vale nutrir el alma que los bolsillos. El problema es que el bolsillo también alimenta el estómago, el propio y el de tu entorno más próximo; mientras sigamos encarnados, este es un hecho de vital importancia.

No es nuevo que la espiritualidad ha estado relacionada a lo largo de la historia con cuestiones más materiales y complejas tramas de poder, y la actualidad no es una excepción. El amplio entramado de creencias que he tratado de exponer aquí de manera sintética en torno a aspectos espirituales, económicos, de salud, etc. relacionados con la imposición de un pensamiento positivo nos llevan a lo mismo: la dominación de un sistema capital, individual, depredador, jerárquico, desigual y muy fragmentado que se las ingenia de mil maneras para seguir a flote.

La próxima vez que te digan «No pasa nada, mira el lado positivo», «Tienes que esforzarte más», «Si quieres, puedes», «Carpe diem», «La felicidad es un estado mental», etc., ve un paso más allá procurando no llenarte aún de más angustias en tu interior creyendo que eres la culpable o responsable de todo lo que te sucede en la vida. Tal vez esas cuestiones que tienen que ver con «una buena vida» están mucho más allá de las estrategias de una mente positiva.

 

 NOTAS

[1] Ehrenreich, Bárbara (2011) Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo. Ed. Turner.

[2] Byrne, Rhonda (2006) El secreto. Editorial Urano, Barcelona.

[3] Roa García, Ana (2023) Cómo educar en la cultura del esfuerzo. Editorial Toromítico.

[4] Ricard, Matthieu (2016) En defensa del altruismo. Editorial Urano.

 

 

 

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